por David Werner

A mediados de la década de 1960, cuando yo comencé a trabajar en los programas de salud comunitaria en la Sierra Madre, cannabis y amapola para obtener el opio ya eran cultivadas por algunos pobladores, en gran parte como cultivos comerciales para abastecer la demanda de consumidores de marihuana y heroína en los Estados Unidos. Pero el consumo local era mínimo. No fue sino hasta que México se convirtió en un importante puente para ingresar cocaína desde América del Sur hasta los EE. UU. que el uso de drogas en México comenzó a expandirse drásticamente. Los traficantes de América del Sur intencionalmente engancharon a los jóvenes de la Sierra Madre con la cocaína, por lo que intercambiarían goma (goma de opio sin procesar) por la coca (cocaína). Así, los traficantes podrían multiplicar sus ganancias enormemente
. ¡Una cantidad de opio crudo que compraron por el equivalente a $300 US dólares en la Sierra Madre, se vendían – como heroína adulterada – en Los Ángeles por hasta un millón de dólares!

Una vez que el uso de la cocaína comenzó a extenderse en México, dio lugar al uso creciente de otras sustancias, desde inhaladores de “chemo”(pegamento) usado por niños de la calle, hasta analgésicos opiáceos y “Roche-2” por jóvenes de las ciudades. Durante la última década se ha visto una explosión en el uso de la metanfetamina cristalina, conocida como “cristal”, que no solo es altamente adictiva sino perniciosa tanto para el cuerpo como para la mente.

Agravando la escena de las drogas en México está la agresiva GUERRA CONTRA LAS DROGAS encabezada por el gobierno de los Estados Unidos, que ha impulsado a los poderosos cárteles de la droga en México y la corrupción generalizada en todos los niveles de gobierno de ambos países (pero más notoriamente en México). En las últimas décadas, los cárteles mexicanos se han vuelto tan poderosos y bien armados que a menudo tienen ventaja sobre la policía y, a veces, incluso sobre el ejército. Los armamentos masivos de los carteles – incluidas ametralladoras AK47, granadas de mano y otras armas de asalto militar – inundan la frontera. En los Estados Unidos se compran fácilmente debido a lafalta de regulaciones efectivas y a la abrumadora presión para el “derecho a las armas “fomentado por la Asociación Americana del Rifle (NRA).

Con todo y todo, considerando los siguientes aspectos – 1) la enorme demanda de drogas ilícitas de los Estados Unidos, 2) la fácil adquisición de armas de los Estados Unidos, y 3) la contraproducente guerra contra las drogas – los Estados Unidos son en gran parte responsables de la escalada crisis de las drogas en México. El daño múltiple es asombroso. Vinculado a la espiral del tráfico y la adicción, en la última década se han registrado más de 100.000 homicidios relacionados con la guerra contra las drogas – y al menos 27.000 desapariciones – la mayoría con impunidad y frecuentemente con complicidad policial o gubernamental. Con los asombrosos niveles de impunidad, corrupción y violaciones de los derechos humanos, México está cerca de convertirse en un estado fallido. Además de todo eso, el abismo entre los ricos y los pobres continúa ampliándose, como lo hace en los Estados Unidos y en la mayor parte del mundo. Mientras tanto, la deportación masiva de Obama y Trump a millones de trabajadores indocumentados de México, no solo aumenta el desempleo y las dificultades al sur de la frontera, sino que lleva a millones de desesperados desempleados a la delincuencia y la compra y venta – y uso – de drogas.

Impacto del “escenario de las drogas” en los Programas Basados en la Comunidad

En boletines anteriores hemos escrito sobre cómo el aumento en el crecimiento, tráfico y uso de drogas ilícitas ha cambiado la vida campesina en la Sierra Madre y cómo, a su vez, esto afectada los programas de salud y discapacidad encabezados por los pobladores. Las comunidades de las montañas que tradicionalmente tenían un fuerte sentido de unidad y autoayuda mutua se han vuelto cada vez más divididas, estratificadas y desconfiadas. Más y más jóvenes se engancharon a las drogas, y muchos comenzaron a robar para mantener su hábito. Las bandas de narcotraficantes proliferaron y con el tiempo recurrieron al soborno, la extorsión, el secuestro, las amenazas de muerte, la tortura y el asesinato para establecer su territorio y poder. Mientras tanto, PROJIMO (Programa de Rehabilitación Organizado por Jóvenes Incapacitados de México Occidental ) – que originalmente había sido un grupo amigable y amistoso establecido para ayudar a satisfacer las necesidades de niños con necesidades especiales – se llenó cada vez más de jóvenes problemáticos y usuarios de drogas que habían adquirido su discapacidad por heridas de bala.

With all the drug growing and trafficking eventually the situation in the whole Sierra Madre became intolerably oppressive.

A medida que PROJIMO se hizo ampliamente conocido como uno de los pocos lugares en México donde las personas con lesiones en la médula espinal pudieron sobrevivir y ser rehabilitadas funcionalmente, personas parapléjicas y cuadripléjicas de todo el país llegaron al Proyecto PROJIMO al pie de la Sierra Madre. De éstos, el 80% eran discapacitados a consecuencia de balazos, principalmente relacionados con problemas de drogas. Debido a que muchos de ellos salieron de una subcultura de drogas y violencia, el programa tuvo que agregar “rehabilitación psicosocial” a sus servicios. Pero aun así, se produjeron incidentes de narcotráfico y violencia dentro del programa, y se vio comprometida su atmósfera tranquila y confiada. Comprensiblemente, menos familias trajeron sus hijos al programa.

Con todo este ambiente nocivo de drogas y narcotráfico, aunado a los robos, el secuestro, la extorsión y el asesinato, finalmente la situación en toda la Sierra Madre se volvió intolerablemente opresiva. Poco a poco, la gente de las comunidades – muchos de los cuales habían vivido en las montañas durante generaciones- se mudaron a pueblos y ciudades costeras que, en aquellos días, eran algo más seguros.Actualmente ya no lo son. El equipo de PROJIMO valientemente aguantó en el pueblo de Ajoya todo lo que pudo. Pero eventualmente se dividió en dos programas separados, uno de los cuales se trasladó a la zona costera tres años antes que el otro. El primero, que cubre una amplia gama de necesidades de rehabilitación, se trasladó a la pequeña comunidad de Coyotitán, cerca de la vieja carretera internacional. El segundo, que se centra en la fabricación de sillas de ruedas adaptadas individualmente para niños, se trasladó al pueblito de Duranguito, incluso más cerca de la costa. Los dos programas actualmente funcionan de manera independiente.

Uso de Drogas Adictivas por Parte de los Trabajadores del Programa

A pesar de los esfuerzos de los programas de PROJIMO para alejarse del ambiente nocivo y perjudicial de las drogas, no pasó mucho tiempo antes de que las comunidades costeras a las que se habían trasladado se vieran abrumadas por bandas de narcotraficantes rivales y por la proliferación del uso adictivo de drogas. Para entonces, la metanfetamina cristal, hecha en laboratorios clandestinos improvisados, era la droga más popular. Vendida por “vigilantes” de las bandas de narcotraficantes locales, estaba disponible a un precio modesto en casi todas las manzanas.

El pueblo de Duranguito, donde el equipo de fabricación de sillas de ruedas PROJIMO había sido invitado formalmente a reconstruir su taller, era, en ese momento en un pequeño pueblo tranquilo. Hubo un poco de consumo de alcohol pero poco uso de drogas. Sin embargo, dos años después de la mudanza del programa de sillas de ruedas, el pueblo se convirtió en un puesto clave de un brazo del Cartel de Sinaloa, y el consumo de drogas aumentó. Cada vez más jóvenes locales comenzaron a experimentar con drogas fuertes, en su mayoría cristal, y algunas veces llegaron al Taller de Sillas de Ruedas para soldar sus motocicletas o simplemente para pasar el rato los distribuidores de droga. Con el tiempo, se formaron amistades. No fue ninguna sorpresa que algunos de los miembros discapacitados del equipo en el taller de PROJIMO comenzaron a experimentar con drogas populares … y poco a poco se engancharon.

Dio la casualidad de que algunos de los miembros discapacitados del equipo que empezaron a consumir drogas se encontraban entre los trabajadores más innovadores y talentosos. Habían mostrado su preocupación porque las sillas de ruedas que fabricaban cumplieran de manera óptima con las necesidades de cada niño. Pero lamentablemente, bajo la influencia del cristal, del cual se volvieron cada vez más dependientes, la calidad del trabajo se deterioró drásticamente. También su actitud se vio afectada ya se les veía malhumorados y a la defensiva. Comenzaron a robar para satisfacer sus necesidades de droga y para hacer y portar armas. Las reuniones se llevaron a cabo y se realizaron esfuerzos correctivos … pero fueron en vano. Finalmente, a los que estaban más enganchados se les pidió abandonar el programa. Para algunos, esto resultó desastroso. Y su partida fue una gran pérdida para el programa y para los niños a los que podrían ayudar.

Nosotros (PROJIMO, HealthWrights y amigos) hemos ayudado a algunos de estos miembros adictos a participar en programas de rehabilitación de drogas del tipo Alcohólicos Anónimos. Principalmente dirigido por ex adictos, tales programas abundan en el México urbano. Mientras están como anexados en los centros, las personas adictas se vuelven libres de drogas y se comprometen a mantenerse limpias. Pero con demasiada frecuencia sus buenas intenciones duran poco. Incluso después de meses de rehabilitación y hasta años, después de salir, tienden a recaer. Después de todo, vuelven al mismo ambiente saturado del consumo de drogas.

La comunidad más grande los ve como perdedores. Calificados como discapacitados y drogadictos, tienen una doble cruz para soportar. Son tratados con una mezcla de lástima y desprecio, y están sujetos a la discriminación. Tienen grandes dificultades para encontrar un trabajo. Deprimidos y defraudados, buscan la compañía de otros que están desanimados, ya pesar de sus mejores intenciones, vuelven a caer en el consumo de drogas.